Flora silvestre
Este hermoso territorio acoge uno de los parajes más bellos del sur extremeño, gracias en gran parte a su vegetación, propia del bosque mediterráneo, al clima y al respeto de sus habitantes y visitantes, hacia esta joya natural de Extremadura.
La forma más representativa de las tierras de nuestro término es la “Dehesa”, constituyendo una forma productiva peculiar, en la que se simultánea la explotación de frutos, pastos y leña. Constituye un paisaje de gran belleza natural y el hábitat de crianza del famoso “cerdo ibérico”, fuente de riqueza ganadera de las poblaciones de la comarca.
El objetivo de las dehesas es sacar el máximo partido a unos terrenos, que por sus características de suelo y clima no serían capaces de soportar una explotación monoespecífica extensiva, buscando de esta manera la complementación de los diferentes tipos de aprovechamientos, manteniendo la fertilidad y conservación del ecosistema, al mismo tiempo que se compagina la máxima productividad del mismo.
En la dehesa podemos distinguir varios tipos de paisajes según la composición principal de su flora:
Alcornocales cuando la especie arbórea predominante es el alcornoque (Quercur suber).
Encinares cuando la especie arbórea dominante es la encina (Quercus rotundifolia).
Mixtos cuando en el paraje se mezclan encinas y alcornoques sin que ninguna de las especies domine a la otra.
Dehesa desarbolada, terrenos desprovistos de arbolado, cuando el estrato arbóreo ha desaparecido, lugares en los que se ha producido una degeneración del sistema favorecida por acciones del hombre.
Todos estos diferentes tipos de paisajes pueden ir asociados a otras especies de árboles, arbustos y matorral, propias y características del clima mediterráneo.
Aparte de la encina y el alcornoque, contamos con otras especies arbóreas como el quejigo (Quercus faginea), el castaño (Castanea sativa), o el acebuche (Olea europea). También existen otros árboles de menor importancia económica pero de gran importancia ecológica, y localizados en parajes más concretos, como es el caso del chopo (Populus alba), el álamo negro (Populus nigra), el laurel (Laurus nobilis), el nogal (Juglans regia), el cerezo (Prunnus avium) y el eucalipto (Eucaliptus rostrata).
Las especies de matorral que podemos hallar en nuestro término responden a especies de tipo mediterráneo, las cuales dan al paisaje un aspecto agreste y colorista. Las principales especies que componen el estrato arbustivo, entre las que podemos encontrar varias especies aromáticas son:
Retama (Retama sphaerocarpa), madroño (Arbutus unedo), aulaga (Ulex parviflorus), jara (Cistus ladanifer), coscoja (Quercus coccifera), romero (Rosmarinus officinalis), charneca (Pistacea lentiscus), majuelo (Crataegus manogynia), cantueso (Lavandula stoechas), espliego (Lavandula latifolia), hinojo (Foeniculum vulgare), orégano (Origanum sp), menta poleo (Mentha sp), salvia (Salvia sp) y tomillo (Thymus sp).
Asimismo y cuando la densidad del monte bajo lo permite, aparecen pastos, compuestos por especies herbáceas principalmente anuales de corte mediterráneo, aunque también podemos encontrar otras bianuales, perennes o vivaces.
Como componentes del tapiz herbáceo tenemos diversas especies, que irán asociados al tipo de suelo y al manejo. El periodo de aprovechamiento de los pastos oscila entre los 4 y 9 meses, según las precipitaciones anuales.
Entre las especies más importantes, la mayoría anuales, destacamos las diversas especies de tréboles (Trifolium sp.), Cynosorus echinatus, Medicago sp, Poa bulbosa, Dactylis glomerata, Phalaris tuberosa, Lupinus augustifolius, Ornithopus compressus, Agrostis Sp, Bellis annua, Carduus sp., etc.
Existen otros terrenos donde se cultiva el olivar, los viñedos e incluso cereales, situándose dichas zonas de cultivo generalmente junto a los núcleos urbanos.